Real del Padre, la capital del sándwich de jamón crudo que es visita obligada de los camioneros

Consciente de que en la pequeña localidad de San Rafael se elaboran los mejores jamones, Alejandro Méndez junto a su mujer y su madre pudieron cumplir su sueño a la vera de la ruta 171. Instalaron un puesto de sandwiches ya famoso y que funciona, en gran parte, gracias al apetito de los transportistas que pasan por esa zona.

Alejandro y Natalia en su negocio, mostrando los jamones de San Rafael. | Foto: gentileza
Alejandro y Natalia en su negocio, mostrando los jamones de San Rafael. | Foto: gentileza

La calidad de los productos, la amabilidad en la atención del local –que hace cuatro años era un humilde puesto en medio de la nada, a la vera de la cinta asfáltica—y la gran cantidad de camioneros que prueban el producto y luego se pasan el dato, posicionaron a los sandwiches de jamón que se ofrecen sobre la ruta 171, en Real del Padre, Mendoza, como los mejores del país.

Alejandro Méndez, uno de los hacedores del negocio familiar que se inició prácticamente “con nada”, excepto esfuerzo y sacrificio, todavía no puede creer que aquella idea que logró concretar junto a su esposa Natali Rojas y su madre, Adriana Rodríguez, se haya podido cristalizar con resultados impensados.

Es que no hay camionero, turista o transeúnte que desde o hacia San Juan, Neuquén, Río Negro, Mendoza o cualquier otra provincia del país no se detenga a degustar el jamón crudo más exquisito de la Argentina combinado con pan casero y queso de calidad.

Real del Padre tiene 6.500 habitantes y está ubicado 70 kilómetros al sudeste de San Rafael. El distrito se caracteriza por sus áreas cultivadas de viñedos, hortalizas, y frutales como ciruelos, durazneros, damascos y peras. Pero también, desde hace un tiempo, por estos sandwiches que trascienden fronteras.

Alejandro Méndez en Real del Padre
Alejandro Méndez en Real del Padre

Alejandro dice que la respuesta la tienen los propios clientes, que aseguran que el secreto es la buena calidad, en combinación con el sabor que le brindan el pan y el queso. Para este hombre nacido en el pueblo hace 38 años, el término exacto de su mercadería –y así la ofrece-- es “sanguche”.

“El jamón en esta zona es totalmente diferente. Te lo dice la gente de afuera. Debe ser el clima y, claro, el toque opcional del aceite de oliva”, simplifica, para agregar que el comercio es, en realidad, dos en uno, ya que se trata de un kiosco y del puesto de comidas rápidas en cuestión.

Todo comenzó cuando finalizaba la pandemia por el Covid-19. Era una construcción humilde en el medio de la nada a la vera de la ruta 171.

“Apenas atendíamos por una ventanita, casi en medio del desierto. Muy de a poco fuimos captando la parada de los camioneros y los turistas. Y de pronto también se fueron dando las oportunidades sin desaprovechar ni una. Por ejemplo, le anexamos comidas. Notábamos que la gran demanda era el clásico ‘sanguche’ de jamón.

“Me lo pedían, sobre todo, los transportistas y así decidimos probar. Desde ahí, vendemos lo que, según se comenta, es el mejor sanguche de jamón del pais”, señala.

La ruta 171, que es provincial y también muy concurrida, representa un factor clave al momento de ofrecer un producto al paso.

“Transitan muchos turistas que viajan a la costa y otros que van hacia córdoba o San Luis. Incluso, increíblemente, hay personas que no conocen el jamón crudo. Prueban, quedan deleitados con el sabor y se van muy contentos”, relata.

Otro dato, es que no hay horarios para degustar un sándwich: puede ser en cualquier momento del día, incluso de madrugada, porque muchos días suelen permanecer hasta pasada la medianoche.

Foto: gentileza
Foto: gentileza

“Los elaboramos de manera instantánea. Ese puede ser un detalle muy particular. Delante del cliente y sin estacionar en heladera porque pierde la esencia en su sabor”, advierte Alejandro a Los Andes.

Cuenta que fue aprendiendo con consejos de la misma gente. Por ejemplo, darle un toque diferente agregándole aceite de oliva también de esta zona.

“¿Anécdotas? Montones porque viene mucha gente de distintos lugares y cada uno tiene su historia. Lo que más me emociona es cuando llegan por recomendación. No hay nada más satisfactorio y gratificante”, detalla.

Una anécdota que jamás olvida fue durante un anochecer de invierno, cuando apenas se habían instalado. Era un día de escasas ventas, según recuerda Alejandro.

“Se frenó una traffic con más de 15 personas oriundas de San Luis, todas con mucho apetito y deseosas de probar los famosos ‘sanguches de jamón’. Me volvieron loco, los hicimos rapidísimo y quedó apenas un poquito de jamón en el garrón, que también decidieron comprármelo”, relata y ríe a carcajadas.

Alejandro asegura que con la venta de este noble y riquísimo producto “se puede vivir”, pero eso sí: todo lleva tiempo, porque la clientela no se construye de un día para el otro.

“Sobre todo, creo que un gran secreto es la buena atención. Aprendimos junto a Nati que la cortesía es clave. Además del buen sabor, por supuesto. Y el camionero es el mejor termómetro. Si a él le gusta, ponele la firma que pasará el dato a todos sus compañeros”, agrega.

Desde Real del Padre al país. | Foto: gentileza
Desde Real del Padre al país. | Foto: gentileza

“Además –asegura—los conductores llevan horas al volante con sus preocupaciones, sus pensamientos y nada mejor que frenar a compartir algo rico, hablar, reírse. Creo que, de alguna manera también, se descargan, se desahogan”.

Abrir el local fue para Alejandro una utopía. “Hacía años tenía planeado hacerlo y fue una apuesta muy arriesgada. Estuve seis meses viviendo allí porque siempre faltaba algo, por ejemplo una puerta y entonces tenía que quedarme. Dormía solo en medio de la nada pero con la convicción de que la ruta es grandiosa en el sentido de las ventas. Insisto, estaba en pleno desierto, pero luego asfaltaron, iluminaron y construyeron el denominado paseo saludable, que es la principal atracción del pueblo de Real del Padre”, señala.

La reflexión, a lo largo de estos cuatro años de trabajo, es que es una persona “bendecida”.

“Siempre lo digo, no tengo dudas, nuestro local está lleno casi todas las noches. De a poco vamos reacondicionando y siempre nos falta algo. Vamos trabajando a pasos de tortuga, sin prisa ni pausa. Nuestro próximo proyecto es sumarle parrilla”, adelanta.

Además de los sandwiches, ofrecen empanadas que también resultan ser reconocidas y halagadas por todos los que pasan, además de las hamburguesas caseras, lomitos y pizzas. Pero sándwich, reconoce, tiene algo especial.

“Siempre invitamos a la gente a volver. Es una verdadera alegría que pasen y nos digan: ‘Venimos por lo nuestro, preparame lo de siempre’”, señala.

Los horarios del local varían según la estación: en verano trabajan desde las 11 hasta las 16. Retoman a las 20 y suelen permanecer hasta las 3 de la mañana. El horario de invierno es diferente, porque los días son más cortos, aunque también, advierte, hay que estar firme y a la espera de los que saben que allí lo espera el sándwich de crudo más rico del país.

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