Emprendedores: cuando las crisis se convierten en nuevas oportunidades

Crearon productos nuevos, empezaron un negocio desde cero, vieron una oportunidad cuando terminó la cuarentena y enfrentaron toda adversidad.

Emprendedores cambiaron su estrategia de ventas por la pandemia, Griselda tiene un local de lenceria y comenzo a vender ropa por las redes sociales.
Emprendedores cambiaron su estrategia de ventas por la pandemia, Griselda tiene un local de lenceria y comenzo a vender ropa por las redes sociales.

Los efectos económicos que trajo aparejada la pandemia tomaron por sorpresa al comercio, obligaron cambios, soluciones, reinvenciones. Para algunos negocios significó enfrentarse a una dura realidad: no tenían más opción que cerrar sus puertas, medida a la que se vieron forzada alguna de las casas más tradicionales del centro. Otros, en cambio, le encontraron la vuelta para crear nuevos productos o estrategias de venta… incluso directamente empezando desde cero.

La “nueva normalidad” cambió la fisonomía de Mendoza su carcelería. Detrás del nombre de la tienda, crece la historia de Griselda, que se acostumbró a reinventarse cuando en 2017 dejó Venezuela. Allá ejercía su profesión como sexóloga, pero a Argentina llegó sin título. Las circunstancias no le permitieron hacer las validaciones, pero se las ingenió para no separarse de su área de interés y abrió una lencería –en una galería– en donde sus clientes encuentran el “valor agregado de que los atienda una profesional”.

Por su parte, David Dávila era el responsable de los bares Berlina y Kallpa. Lamentablemente, Kallpa, en calle Arístides, tuvo que cerrarse a menos de una semana de su apertura. Una fuerte inversión que no logró retorno a la par que el confinamiento se extendía en Mendoza. intentó aumentar sus ventas por delivery, pero el aumento en las comisiones de las empresas de reparto (rondan el 30%) hizo que no fuera viable tratar de llegar al cliente con sus productos.

“Empezamos a hacer el reparto nosotros, pero también era engorroso porque gastábamos más en combustible que lo que ganábamos con la venta, pero después de 15 días de aislamiento ya lo hacíamos más para permanecer que para obtener ganancias”, comentó Dávila y señaló que las cosas mejoraron cuando se permitió la modalidad “tome y lleve”.

Pero finamente, idearon una estrategia para “fidelizar clientes” y desarrollaron un sistema que empezó funcionar: enlataron, embotellaron y armaron packs de cervezas, para que la gente los pudiera ir a buscar. Ahora, con el bar abierto, es posible consumir en el local, o llevarse “una promo”.

Pensar en crecer

Lucas Hernández es dueño de un reparto de mercadería a los negocios de cercanía antes de la pandemia trabajaba con siete personas en su empresa, incluido su socio Felipe. Pero cuando se decretó el aislamiento preventivo social y obligatorio decidieron sumar dos personas más al staff e invertir en una camioneta. “Ya habíamos experimentado la venta directa al consumidor final, pero nos encontrábamos –muchas veces- con que la gente muchas no se estaba para recibir el pedido y perdíamos tiempo y dinero, pero con toda esta situación la retomamos esta modalidad de venta”, contó Hernández.

Trabajan en Guaymallén, Luján, Godoy Cruz, Capital y Maipú. Aunque por el momento no llegan a las zonas más alejadas, esperan sumar más rutas de repartos. Desarrollaron una página web, crecieron en las redes sociales y su reputación en el boca en boca también abrió un abanico de posibilidades. En 2019 comenzaron “vendiendo descartables”, y los mismos clientes les pedían que sumaran más artículos. Con la pandemia también crecieron las ventas online.

Matías emprendió desde cero. Hoy es dueño de “Purezza, artículos de limpieza”, pero hasta marzo del año pasado basaba su economía familiar en los ingresos que obtenía como empleado. Las redes sociales son un mostrador y dos veces por semana lleva los pedidos de los clientes. Durante la pandemia hubo negocios que no pudieron recuperarse de las semanas de cierre durante la cuarentena y otros que, pese a reabrir sus puertas, no resistieron la caída de las ventas. Otros volvieron a abrir con otro nombre y hasta con otro rubro.

En San Lorenzo y San Martín donde funcionó por años DünKen, Claudia y Alejandro, quienes tienen hace casi cuatro años un café con pastelería, chocolatería y heladería artesanal sobre el carril Cervantes, en Godoy Cruz, no dudaron en invertir y reabrir la esquina bajo su marca. Aunque tuvieron que pedir préstamos y ayuda a la familia, confían en que el rubro se sostendrá. Es que Claudia explica que, pese a que no se celebren cumpleaños o haya juntadas con muchas personas, las familias no dejan de comprar una torta o tenga deseos de algo dulce y rico.

En calle Rivadavia, entre España y Patricias, se encontraba el café Balcarce, que antes fue Martínez y finalmente cerró. Pero hoy, el local en obra permite ya apreciar unas barras con pequeños azulejos blancos y unas paredes con detalles en metal, en tonos bordó. Gustavo explica que esta será la tercera sucursal de Pizza City, que quieren convertirla en una franquicia.

El primero de los locales, comentó, se encuentra en la Alameda, con el formato de pizza al paso, y el segundo sobre la avenida San Martín, como take away (para llevar). El que abrirá el 3 de noviembre tendrá, en cambio, mesas y barras para que los comensales se puedan sentar a disfrutar de una pizza acompañada con cerveza tirada.

Ante la pregunta de qué lo llevó a abrir en cuarentena, cuando muchos otros comercios están cerrando, Gustavo responde que lo entendió como un aporte para salir del estancamiento. De hecho, también apuesta a una calle que no ha sido tradicionalmente gastronómica. Pero ya iniciaron el camino, en la vereda del frente quienes decidieron ocupar un local, que había sido de ropa, con Posta Pasta, que cuenta con algunas mesas y la opción de comprar para llevar o pedir el envío a domicilio.

Entre los cambios de hábitos que trajo la cuarentena se puede mencionar el horario corrido que, si bien fue cuestionado por algunos y fue transitorio, generó movimiento en la siesta. Con la pandemia hubo cambios en las costumbres de muchos mendocinos pero el espíritu hacedor se mantiene vigente más allá de las dificultades.

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