Trump, de nuevo funcional a un presunto asesino serial

La muerte de Navalny se suma a la lista de presuntas víctimas de un presidente que es mirado por el mundo como un asesino serial.

PUTIN Y TRUMP.
PUTIN Y TRUMP.

La pesadilla norteamericana que empezó a plantear Alexander Hamilton en el siglo 18 y reflejó Richard Condon en su novela “El candidato manchuriano”, deambula por Estados Unidos desde que Donald Trump se zambulló en las primarias republicanas del 2016. Y volvió a sobrevolar la superpotencia americana cada vez que, convertido en presidente, actuó de manera funcional a los designios del jefe del Kremlin.

La pesadilla volvió a asomarse en estos días, con Trump diciendo que alentaría a Vladimir Putin a atacar a miembros de la OTAN, a los que no defendería por retrasarse en los pagos a la alianza atlántica.

Esas frases agravaron su impacto días más tarde, cuando amaneció muerto en su celda, con sólo 47 años y sin previa enfermedad, Alexei Navalny, máxima figura de la disidencia contra el presidente ruso que, por esa razón, estaba encarcelado en Siberia.

La muerte de Navalny engrosa una larga lista de desafiantes de Putin que terminan asesinados. El último había sido Yevgueny Prigozhin, quien cayó en un avión tras desafiar a Putin levantando al Grupo Wagner contra el generalato ruso.

La muerte de Navalny se suma a la lista de presuntas víctimas de un presidente que es mirado por el mundo como un asesino serial. A ese personaje corteja Donald Trump.

Alexander Hamilton, uno “los padres fundadores”, se había obsesionado con el peligro de que un agente al servicio de otra potencia llegara a la presidencia. Antiguo pánico que Condon convirtió en novela en 1959, creando un personaje que combatió en la Guerra de Corea y pasó años un campo de detenciones de Manchuria, donde le lavaron el cerebro convirtiéndolo en un agente del comunismo cuya misión era escalar en la estructura del poder norteamericano.

También Homeland, escrita por Gideon Raff y convertida en éxito de Neflix, se basó en ese temor que recorre la historia desde el origen mismo del estado norteamericano. Lo inverosímil de este tiempo es que un líder que da razones para ser blanco de la peor de las sospechas políticas, tenga el apoyo de los conservadores que podría convertirlo nuevamente en presidente.

Ahora, nuevamente Trump ha sacudido a la OTAN, reviviendo las sospechas que danzan a su alrededor. El millonario conservador utilizó una artillería que ya usó contra alianza atlántica cuando ocupaba el Despacho Oval: atacar a los países que se atrasan en sus pagos. Pero esta vez pasó una línea roja, haciendo sonar más fuertes las alarmas, al insinuar que alentaría a Rusia a “atacar” a esos países morosos impidiendo que la OTAN los defienda.

El estropicio verbal del ex presidente se sumó a otras señales que lo muestran más cerca de Putin que de los socios europeos de Estados Unidos.

En las primarias del proceso electoral que terminó depositándolo en el Despacho Oval, Trump dijo en un par de ocasiones admirar al presidente ruso, a quién puso como ejemplo de modelo de liderazgo.

Aquellas palabras fueron una de las razones por las cuales, los republicanos primero y los demócratas después, intentaron recabar información sobre los negocios y vínculos internacionales del millonario empresario.

El ex espía del MI-6, Christopher Steele, descubrió en los viajes de Trump a Rusia las pistas de un posible vínculo inconfesable entre el magnate norteamericano y el presidente de Rusia. Más allá de que Trump verdaderamente admira y se identifica políticamente con el autócrata ultraconservador que impera en el gigante euroasiático, las investigaciones de Steele mostraron pistas sobre una posible capacidad de chantaje de Putin sobre el líder republicano.

Esa sería la razón por la que batallones de hackers rusos bombardearon la campaña electoral de Hillary Clinton y volvieron a colaborar con Trump cuando buscó la reelección que finalmente perdió frente a Joe Biden.

También explicaría que haya apoyado a los partidarios británicos del Brexit para que la Unión Europea (UE) pierda a uno de sus pilares más vigorosos: Gran Bretaña. Y haber debilitado a la OTAN generando tensiones internas y procurando que Estados Unidos abandone esa coalición militar.

Entre las últimas muestras de este supuesto oscuro vínculo, están los meses que lleva la obstrucción de los legisladores trumpistas a la aprobación legislativa del paquete de ayuda militar que Ucrania necesita con urgencia.

La obstrucción que está dejando a Kiev sin las armas generó el pesimismo que recorre Europa sobre la guerra, lo que a su vez repercute en dificultades para mantener la ayuda a Ucrania.

El hecho es que la última maniobra de Trump funcional al proyecto geopolítico de Putin, sumado a las chances que tiene de imponerse en la elección de noviembre y volver a la Casa Blanca, revivió la idea europea de crear su propio sistema defensivo, independiente de los Estados Unidos.

A la sombra de Trump, el futuro de la OTAN se muestra oscurecido.

* El autor es politólogo y periodista.

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