El partido que perdieron todos - Por Marcelo Zentil

El partido que perdieron todos - Por Marcelo Zentil
El partido que perdieron todos - Por Marcelo Zentil

El rechazo del PJ al endeudamiento en dólares ha dejado heridas en la relación con el Gobierno que tardarán en cerrar, pero sobre todo dejó dudas sobre el futuro: ¿Mendoza está condenada a vivir a pan y agua los próximos cuatro años, sin poder atender más que la coyuntura? ¿O la condena era tomar más deuda?

Las dudas crecen cuando  entran en juego los tiempos: si el gobernador, Rodolfo Suárez, no consiguió el aval opositor en el primer año de su gestión, difícilmente eso ocurra el próximo, ya contaminado por la lucha electoral, y menos aún en los siguientes, cuando la disputa por la sucesión esté lanzada. ¿O el kirchnerismo aceptará si mejora el contexto para la Argentina en los próximos meses?

El vínculo de Suárez y el kirchnerismo será clave ahora. Hace algo más de dos meses, encararon juntos la fallida reforma de la ley 7.722 y no hubo reproches en la retirada, tras las protestas sociales. De hecho, el diálogo del Gobernador y la senadora Anabel Fernández Sagasti continuó.

También pareció comenzar bien la relación con el Gobierno nacional. Hubo algunos encuentros, fotos e intercambios por las redes sociales que mostraron cierto acompañamiento a la naciente gestión de Alberto Fernández y viceversa.

Pero ese ida y vuelta entró en un impasse. El intercambio de favores que habría propuesto el ministro del Interior, Wado de Pedro, directamente al Gobernador fue el detonante. Hubo una comunicación en la previa a la sesión, y no habría terminado nada bien.

Los trascendidos hablan de un pedido de apoyo explícito a Daniel Rafecas, el candidato del kirchnerismo a procurador general, el cargo que dejó vacante Gils Carbó. A cambio, el PJ provincial votaría a favor del endeudamiento y así Suárez superaría los dos tercios de los votos exigidos para autorizar deuda.

Un pronunciamiento de Suárez hubiera servido al oficialismo nacional para mostrar fisuras en Cambiemos, que ha decidido votar en bloque esa designación, sea por la afirmativa o la negativa. Sobre todo, mostraría fisuras entre Suárez y Alfredo Cornejo.

Ahora, el frente oficialista debe encarar la negociación en el Senado, para ver si puede revertir la votación de Diputados, con ese condicionamiento: el partido se juega en Mendoza y en la Casa Rosada al mismo tiempo.

Tal vez sea casualidad, pero el “no” a Suárez coincide con la avanzada nacional sobre los fondos para la Ciudad de Buenos Aires y el proyecto de un senador kirchnerista para intervenir la Justicia jujeña, que tiene que ver con otra obsesión kirchnerista: la liberación de Milagro Sala.

Un peronista con mil batallas dice que esta situación se puede resolver en una conversación cara a cara en la que el Gobernador explique al Presidente las necesidades.

Derrotados

La votación del jueves a la madrugada no tuvo triunfadores, al contrario. El oficialismo no sólo perdió la posibilidad de acceder a créditos para financiar obras, sino que tampoco pudo exhibir una necesaria victoria política tras el fuerte revés que significó la marcha atrás de la minería.

Si se tratara de fútbol, entonces podría decirse que apenas iniciado el partido Suárez ya va dos goles abajo. El resultadismo indica que no pudo lograr ninguno de sus primeros dos grandes objetivos.

Justamente aquella derrota social por la minería en el inicio de gestión lo obliga a buscar un triunfo y tal vez, como en el fútbol, se termine descuidando y juegue partidos que sabe imposibles de ganar.

“Esto no le hubiese pasado a Cornejo”, comentan insidiosos en el peronismo, sorprendidos por la decisión de avanzar con la votación pese a la derrota segura en el pedido de endeudamiento y el roll over.

“Yo no pago costos políticos porque a mí no me interesa la política sino la gestión y con esto perdió la provincia. En cuatro años me vuelvo a mi casa y a mi profesión”, responde el mandatario a quienes le preguntan por el impacto que tendrá el rechazo del PJ.

Su antecesor, Cornejo, en cambio, tuvo su primera victoria antes de empezar su mandato, cuando aún gobernaba Paco Pérez y el peronismo le aprobó un millonario endeudamiento para cubrir los múltipes déficits que dejaba.

Esto le permitió luego jugar sólo los partidos que sabía ganados de antemano. Cuando vio que iba a perder, como con la reforma de la Constitución o la ampliación de la Corte, agarró la pelota y se fue antes de entrar a la cancha. Bilardismo puro.

El peronismo, que fue socio del oficialismo en el impulso a la minería, tampoco puede capitalizar la votación del jueves: ahora quedó señalado como el que puso obstáculos para que la provincia progrese y se generen empleos.

Todos los argumentos políticos y técnicos que puedan dar sus voceros poco pueden hacer ante la ofensiva discursiva del Ejecutivo, que salió a remarcar todas las obras que no se harán sin ese dinero que pedía. El PJ parece así destinado a acompañar los traspiés oficialistas, sin importar si apoya o se opone.

Las otras dos fuerzas que habitan la Legislatura quedaron invisibilizadas por la pelea mayor. Al fin de cuentas, el FIT siempre se opone y la oscilante e imprevisible Protectora parece guiada por los vientos de la demagogia.

En el caso del PJ, hay otro daño colateral: más allá de votar unidos, por debajo subyace la división entre el kirchnerismo y los intendentes más flexibles al planteo de Suárez, como el sanrafaelino Félix, el lavallino Righi y el maipucino Stevanato.

“Queríamos llegar a un número razonable, unos U$S 150 millones, porque no es viable la Provincia sin endeudamiento. No sólo los empresarios, también la gente lo dice. Se necesitan obras”, se lamenta uno de los conciliadores.

La razón es simple: todos los que no tienen trabajo van a los municipios a pedir ayuda. En el oficialismo no hay reproches para ellos y aseguran que se confirmó el teorema de Baglini: mientras más cerca del poder, más responsables.

La última chance

Oficialismo y peronismo saben que tienen otra oportunidad. Por eso, en principio parece que no hay intención de apurar el trámite en el Senado, para que baje la espuma y se curen las heridas. “Con los celulares está todo muy virulento. Se dicen cosas por Twitter que nunca se dirían cara a cara”, resume un conciliador radical.

En el kirchnerismo creen que “no ha dado resultado la victimización” del Gobierno y que la relación puede restaurarse. Ahora la negociación debe ser sí o sí con ellos, porque los intendentes no tienen bancas en la Cámara alta. “Sin Anabel no se puede”, avisan. Todo un mensaje hacia afuera y adentro.

Por ahora, su postura no cambió: no apoyarán el endeudamiento y se puede negociar  la autorización para renovar viejas deudas.

“La pelota la tienen ellos, está de su lado. No creo que cambie la situación, salvo que ellos cambien. Nosotros seguimos en la misma postura”, avisan cerca de Suárez, y aún enojados lanzan: “La Anabel no podía salir perdiendo, por eso se metió la Nación”.

En el Senado entrará en juego el vicegobernador, Mario Abed, un negociador acostumbrado a la rosca. Pero el plan no ha variado: se buscará incluir el endeudamiento en dólares y el roll over. Por las dudas, anticipan que, de no lograrlo, las cuentas públicas no sufrirán y este año se hará sólo la obra prevista en el presupuesto, con remanentes de autorizaciones anteriores que rondan los $ 5.000 millones.

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