Por un debate sin confrontaciones estériles

Los cinco candidatos a las elecciones presidenciales seguirán exponiendo sus propuestas esta noche en el segundo debate oficial, organizado por la Cámara Nacional Electoral, esta vez en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Concluyó el primer debate presidencial obligatoria, realizado en Santiago del Estero.
Concluyó el primer debate presidencial obligatoria, realizado en Santiago del Estero.

Este segundo último debata presidencial una nueva oportunidad para que millones de argentinos puedan tomar contacto con las iniciativas de quienes competirán el domingo 22 con la intención de ganar y así asumir la conducción del Estado a partir del 10 de diciembre próximo.

Las mediciones de la televisación del primer debate, llevado a cabo hace una semana, dieron cuenta de un llamativo interés de la ciudadanía por conocer cómo se expresan quienes están llamados a dirimir la competencia presidencial en las urnas.

Por lo tanto, no se descarta que en esta oportunidad se mantenga esa inclinación de la gente.

La práctica del debate de ideas entre candidatos presidenciales siempre es pertinente en cualquier país.

Por ello es muy saludable, desde el punto de vista democrático, que la Argentina haya adoptado esa experiencia.

Sin embargo, también es importante que quienes debatan, independientemente de las características del formato elegido para la exposición de ideas, lo hagan con la seriedad que merece cada uno de los argentinos que se sienta a escuchar y evaluar, porque de esa manera el votante tiene la posibilidad de aclarar dudas y, por qué no, decidir convincentemente a quién elegir y por qué razón.

Lamentablemente, en el debate del domingo pasado abundaron ironías y chicanas que muy poco aportan al esclarecimiento de cómo cada aspirante a la Presidencia piensa encarar determinada política.

Por momentos el escenario ocupado por los candidatos se asemejó más al reducto de resolución de un pleito que a una exposición y cotejo de propuestas.

Las diferencias, como ya hemos señalado, son las que deben nutrir el conocimiento de quienes con su voto definirán la elección.

La ciudadanía de la Nación se constituirá en el gran jurado que elegirá por mayoría quién regirá los destinos de la Argentina durante los próximos cuatro años.

Tampoco resulta agradable, de acuerdo con lo escuchado el domingo pasado en Santiago del Estero, trasladar al siempre escaso ámbito de un debate aspectos que nada tienen que ver con la oferta electoral y que traen a discusión cuestiones del pasado político muchas veces superadas.

El país, como pocas veces se ha visto antes, llega a las ya cercanas elecciones presidenciales en un contexto de enorme crisis económica y social. Crisis que requiere de un diagnóstico que no puede enmarcarse en promesas de difícil cumplimiento o en soluciones mágicas.

Más allá de las lógicas diferencias ideológicas y metodológicas que pueda existir entre los contendientes, el actual cuadro de situación, con directa repercusión en el modo de vida de la gente, seguramente va a necesitar de una transición muy armoniosa hasta la asunción de las autoridades que resulten electas.

Sea cual fuere el próximo Presidente, la Nación necesitará acuerdos. Consensos, que son la base de sustentación de la política, en especial ante la clara posibilidad de funcionamiento de un Congreso conformado por varias minorías.

De lo contrario, será muy difícil salir del pantano en el que ha caído el país luego de cuatro años bajo los peligrosos efectos de la política del día a día.

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